El próximo 18 de marzo comenzará un nuevo juicio en el que Lucía, cuyo nombre real se mantiene en reserva por razones de seguridad, volverá a enfrentarse a un proceso judicial que lleva doce años marcando su vida. El caso, que en su momento tuvo gran repercusión a nivel nacional por involucrar a una institución castrense, regresa a los tribunales con la esperanza de una condena firme.
Lucía, quien en 2013 era marinera en la Armada Argentina, denunció a un superior por reiterados abusos. El primer juicio, sin embargo, terminó con la absolución del acusado bajo el beneficio de la duda, a pesar de las pruebas presentadas. “En ese juicio fui muy maltratada por el juez Videla, me gritaba como si yo fuera la acusada”, recordó en diálogo con Radio Provincia.
A lo largo de estos años, Lucía ha transitado un proceso doloroso, afectada en su salud física y mental. “Tengo un diagnóstico de estrés postraumático y cuesta mucho seguir la vida cuando alguien te la marcó tanto”, explicó. Si bien actualmente recibe acompañamiento psicológico y psiquiátrico, lamentó la falta de apoyo del Estado: “Las políticas de género deberían ser un acompañamiento real, pero muchas veces nos sentimos solas”.
Uno de los aspectos más duros del caso fue la respuesta de la propia Armada Argentina. “Me dijeron que tenía un cargo muy bajo, que no podía denunciar a mi jefe. Me hicieron sentir culpable, decían que seguramente yo había provocado la situación por mi apariencia física”, relató. Además, aseguró que sufrió amenazas, incluyendo el incendio de su auto, y que fue presionada para retirar la denuncia. Finalmente, perdió su trabajo y su vivienda.
Con la nueva instancia judicial en puerta, Lucía enfrenta el proceso con incertidumbre, pero también con esperanza. “Solo quiero que se haga justicia, no solo por mí, sino para que otras mujeres pierdan el miedo y denuncien”, afirmó. En esta oportunidad, el tribunal estará compuesto por dos jueces y una jueza, lo que, según ella, podría aportar una perspectiva de género que faltó en el primer juicio.
El caso de Lucía no es un hecho aislado. Su testimonio refleja una problemática estructural dentro de las fuerzas de seguridad y la justicia, donde las víctimas de violencia de género aún enfrentan múltiples obstáculos para obtener justicia. “Si esta lucha sirve para que algo cambie, entonces habrá tenido sentido”, concluyó.