Así lo informó Leonardo Miranda de la División de Educación en la Unidad de Detención. Pero el éxito educativo enfrenta desafíos logísticos. “Los espacios están bastante colapsados, el Centro Educativo cuenta con 4 aulas y una biblioteca, y las actividades son desde las 9 de la mañana hasta las 10:30 de la noche, por lo que hay un constante movimiento de grupos, así que debemos organizarnos con el poco espacio que tenemos”.
En medio del desafío que representa la educación en general, una particularidad adopta aquella que se desarrolla en contextos de encierro la cual puede arrojar un impacto más que positivo en la población carcelaria. Sobre este tópico, el equipo de ((La 97)) consultó con el suboficial mayor Leonardo Miranda, encargado de la División de Educación en la Unidad de Detención 1 de Río Grande, dónde a través de un testimonio revelador sobre la situación de educación carcelaria, expuso, “Dentro de la unidad se cuenta con el centro educativo ‘Aldo Abregú’, que tiene los tres niveles primario, secundario y terciario; también hay alumnos que están estudiando el nivel superior en la modalidad a distancia como abogacía, tecnicatura y licenciatura en seguridad e higiene”, detalló el suboficial.
El encargado de la División de Educación destacó el valioso apoyo externo que enriquece el proceso educativo: «Contamos con actividades de voluntariado y talleres no académicos que complementan la educación formal". Estas actividades incluyen clases de apoyo, talleres de educación emocional, literatura, artes y teatro, proporcionando a los internos una experiencia educativa integral. Sin embargo, el éxito educativo enfrenta desafíos logísticos debido a la saturación de espacios en la unidad: “Hasta el día viernes había 172 internos, la Unidad está realmente llena”, lamentó Miranda, pero destacó que “en el currículo tenemos 110 alumnos inscriptos en los distintos niveles y modalidades, el lugar ya nos queda realmente chico, sobre todo considerando las actividades que se ofrecen y las actividades que hay”. Lo que salta a la vista es que, a pesar de la situación de encierro y las dificultades que atraviesan, hay una voluntad de seguir educándose dentro de la población carcelaria de Río Grande. “Los espacios están bastante colapsados, porque actualmente el Centro Educativo cuenta con 4 aulas y una biblioteca, pero con lo que son las actividades desde las 9 de la mañana hasta las 10:30 de la noche, hay un constante movimiento de grupos así que debemos organizarnos con el poco espacio que tenemos”, describió el suboficial Miranda. A pesar de estos obstáculos, los resultados son alentadores.
El encargado de Educación en la Unidad de Detención habló sobre el gran número de egresos en el último año: “En la primaria del año pasado tuvimos 4 egresos, que ahora están en el nivel secundario; luego en el secundario tuvimos 7, con una interna que estaba con un tema domiciliario; por último, en el terciario tuvimos dos egresos en la carrera de Comunicación Social”, apuntó orgullosamente. A esto se suma un caso particular de un alumno que pudo solventar la carrera a distancia en la Universidad Siglo XXI, “este año rindió la última materia de la carrera de Abogacía y está preparando la tesis. Para nosotros es un orgullo por el esfuerzo que ha puesto en cuanto al tiempo, la economía y la dedicación, es destacable”, celebró Miranda.
Asimismo, las capacitaciones desde el Gobierno siguen impulsándose ya que, desde la Dirección Provincial de Escuelas Técnicas, el año pasado se incorporó en el servicio penitenciario el Centro de Formación ‘Alas de Libertad’ que trabaja en Ushuaia y Río Grande dentro del establecimiento carcelario, a cargo del ministerio de Educación, dando capacitaciones profesionales para que puedan capacitarse en electricidad, informática y horticultura. “En el caso de electricidad se realizó un acuerdo con la Cooperativa Eléctrica para que puedan rendir las matriculas y obtener la certificación”, informó el suboficial mayor. Por último, Leonardo Miranda cerró con una reflexión respecto a la importancia de la educación en los contextos de encierro: “El peor encierro que puede tener uno es el de la mente, no darse la posibilidad de aprender, discernir y generar una propia opinión, y la única forma de liberarse es a través de la educación”, concluyó.