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Joven fueguina ganó una beca en la Universidad Di Tella y ahora vende alfajores para poder costear el viaje

Agustina Negrín vive días de vértigo, esfuerzo y entusiasmo. Hace pocas semanas recibió la noticia que esperaba casi como un sueño: fue seleccionada para acceder a una beca en la Universidad Torcuato Di Tella, dentro del programa “Mejores Promedios Colegios Públicos”, también conocida como “beca abanderados”. El reconocimiento se otorga a los tres mejores promedios de cada camada de egresados de escuelas públicas, y en su caso incluyó además un plus por necesidad económica.

“Es una beca que cubre hasta el 35 por ciento. Yo también me anoté al plus económico y, por suerte, me lo otorgaron. Con ambos llego al 100 por ciento”, explicó. A ese apoyo académico se sumó otra buena noticia: obtuvo también la beca de residencias, destinada a estudiantes que viven a más de 100 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires. “Sin la residencia tampoco iba a poder ir. Cuando me otorgaron las dos, dije: ‘buenísimo, puedo irme’”.

Sin embargo, los desafíos no terminaban ahí. Agustina debía reunir el dinero para pasajes, depósito de alquiler y gastos iniciales. Entonces decidió transformarlo en un proyecto concreto y creativo: comenzó a vender alfajores caseros. “Mis cuentas dan que necesito un millón. Por eso en mis videos puse que tengo 75 días para hacerme millonaria”, contó entre risas. Ese plazo coincide con la fecha en la que debe viajar: el 5 de febrero.

La difusión en redes superó cualquier expectativa. Empezó vendiendo en el instituto donde estudia actualmente, pero luego los reels catapultaron su historia. “Pasé de 50 seguidores a 600 en cuatro días. Me quedé shockeada. Muchísima gente me escribe, compra o pregunta cómo colaborar. Incluso personas que me dicen ‘no me gustan los alfajores, pero quiero ayudar igual’”.

Agustina cursará la Licenciatura en Ciencias del Comportamiento, una carrera que combina psicología, neurociencia y economía. “Siempre me interesó todo lo relacionado con la mente humana, la investigación. Medicina también me gustaba, pero en esta universidad no está. Esta carrera me encantó apenas la encontré”.

Mientras tanto, mantiene una rutina intensa de producción: toma pedidos de un día para el otro y trabaja sin pausa. Todo para sostener una oportunidad que, reconoce, hubiera sido imposible sin el sistema de becas. “El año pasado ya quería irme a estudiar afuera, pero no pude. Este año seguí estudiando profesorado de química en el ISPRG para no quedarme sin hacer nada, pero siempre tuve la esperanza de pensar más allá”.

Quienes quieran colaborar o hacer pedidos pueden encontrarla en Instagram como @coconut.rg, donde publica su progreso hacia ese 5 de febrero que marca el inicio de una nueva etapa.

La historia de Agustina combina mérito académico, voluntad y una cuota de ingenio que despierta empatía. Su desafío sigue en marcha, impulsado por el sueño de estudiar lo que realmente la apasiona y por una comunidad que ya empezó a acompañarla.

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