El pasado 24 de abril, la Casa de la Cultura de Río Grande cumplió 38 años de vida, y para celebrarlo, Domingo Montes, ex Director de Cultura y uno de los protagonistas de aquella histórica inauguración, compartió los recuerdos de aquellos primeros pasos que marcaron un antes y un después en la vida cultural de la ciudad.
"El nacimiento de la Casa de la Cultura no fue solo inaugurar un edificio, sino abrir un ciclo de aspiraciones que veníamos soñando desde antes de asumir el compromiso democrático en 1982", relató Domingo. En aquellos años, bajo la gestión del intendente Esteban "Chiquito" Martínez, un pequeño equipo de funcionarios impulsó el proyecto con más voluntad que recursos. "No había presupuesto, ni siquiera existía formalmente un área de Cultura en el municipio. Así que fue cuestión de juntar pesito por pesito de distintos lugares para poder construir algo".
Antes de contar con un espacio propio, los actos culturales se realizaban en clubes, en la Misión Salesiana o en la Biblioteca Eduardo Schmidt. "La cultura siempre existió en Tierra del Fuego, aunque era vista como algo secundario. Nosotros queríamos crear un espacio plural, abierto para todos, algo que la comunidad pudiera sentir como propio", recordó.
Los comienzos fueron humildes. El edificio utilizado era, originalmente, un depósito municipal, "con tarros de fuego adentro para calefaccionar". Sin embargo, con mucho esfuerzo y consenso, se logró convertirlo en el espacio cultural que la ciudad necesitaba, en paralelo a la creación de los primeros talleres municipales abiertos a toda la comunidad.
La inauguración de la Casa de la Cultura fue un momento especial. "Era un espacio muy chico, pero la comunidad también era pequeña. Estuvieron los que tenían que estar: el intendente, su gabinete y la gente que había colaborado. Fue el logro de una aspiración colectiva", destacó Domingo.
Uno de los momentos más recordados de aquella inauguración fue la presencia del legendario Osvaldo Pugliese. "Fue histórico para Río Grande. Necesitábamos un piano para que pudiera tocar, y lo conseguimos gracias a la Biblioteca Popular Eduardo Schmidt", recordó emocionado.
Hoy, a 38 años de aquella gesta, la Casa de la Cultura sigue siendo símbolo de unidad, esfuerzo comunitario y pasión por el arte en Río Grande. Un legado que, como recordó Domingo, "nació desde la pluralidad y la convicción de que la cultura merece siempre un lugar en la vida de un pueblo".