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Locales Martes 16 de Septiembre de 2025

Dos años, una bicicleta y un sueño: plantar la bandera argentina en las islas Malvinas

Víctor Hugo Guerrero pedalea con un sueño que lo acompaña desde niño: llegar a las islas Malvinas para rendir homenaje a los veteranos de la guerra. Nacido en San Juan, inició hace dos años una travesía solitaria que lo llevó por todo el país con una bicicleta y un pequeño carrito. Su meta final es plantar la bandera argentina en el cementerio de Darwin.

En su paso por Río Grande, Guerrero visitó el Centro de Veteranos de Guerra de Malvinas y el monumento a los caídos. “No pienso parar hasta llegar a Malvinas. Ellos se merecen mucho más de lo que yo pueda dar. Malvinas no es el 2 de abril, Malvinas es todo el año”, expresó con firmeza.

El viaje comenzó como una promesa de infancia. “Tenía nueve años cuando le dije a mi papá que quería homenajear a quienes estuvieron en la guerra. A pesar de mi edad, entendí lo que había pasado”, contó. No tiene familiares excombatientes, pero siente el impulso de llegar al cementerio de Darwin. “No sé por qué, pero sé que debo plantar la bandera allá. Me han llamado loco, pero ¿quién se recorre la Argentina para homenajear a los veteranos? Ese es mi compromiso”.

Guerrero enfrenta cada kilómetro con esfuerzo y memoria. Recuerda especialmente a su hijo, quien falleció y le dejó una carta pidiéndole que no abandone la travesía. “Él me cuida desde arriba. Cada provincia, cada encuentro con los veteranos es un recuerdo que comparto con él. La gente que me alienta en el camino es mi apoyo psicológico para seguir”.

El próximo destino es Tolhuin y luego Ushuaia, antes de comenzar la etapa más desafiante: reunir el dinero para llegar a las islas. Calcula que necesita alrededor de cuatro millones y medio de pesos para cubrir el viaje. “No pido que me regalen nada, solo trabajo para poder juntar lo necesario, como hice con el pasaporte. Sea como sea, a Malvinas voy a cruzar”.

Guerrero sabe de obstáculos: nevadas, escarcha y rutas peligrosas que no frenan su voluntad. “Cuando llegué a Río Grande de noche, lloré solo en el monumento. Le dije a mi hijo: ya estoy acá”. Con la bandera celeste y blanca como horizonte, sigue pedaleando, convencido de que su homenaje es también un llamado: “No dejemos solos a nuestros veteranos, luchemos con ellos”.

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