Los miembros del Instituto de Investigaciones en Biomedicina de Buenos Aires descubrieron una molécula que regula la respuesta al estrés.
Recientemente, la Organización Mundial de la Salud indicó que los trastornos de ansiedad son las afecciones mentales más comunes en todo el mundo. Inclusive, en 2019 afectaron a más de 300 millones de personas y en el primer año de la pandemia del coronavirus la prevalencia mundial aumentó un 25%, impactando en la salud mental.
En ese sentido, se considera que una persona padece ansiedad cuando se siente nerviosa o al límite e incapaz de dejar de controlar la preocupación, según manifestó Tomás Caycho-Rodríguez, investigador de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Privada del Norte, en Trujillo, Perú, en diálogo con Infobae.
En medio de ese panorama, un equipo de científicos argentinos del Instituto de Investigadores en Biomedicina de Buenos Aires (IBioBA, partner de la Sociedad Max Planck de Alemania y dependiente del CONICET), realizó un descubrimiento muy importante al respecto.
Es que dicho equipo publicó un trabajo de investigación en «Science Advances» donde se da un nuevo paso hacia la comprensión de dichos trastornos que desencadena en el estrés. Damián Refojo, investigador del CONICET y autor del estudio, dirigió a un grupo focalizado en neurobiología molecular y llegó a esta conclusión.
Luego de ocho años de trabajo, el equipo logró caracterizar funcionalmente un subtipo específico de ARN denominado «circular» que es especialmente abundante en las neuronas y que está presente en las sinapsis neuronales, llamada circTulp4. Una enorme novedad.
Se trata de una molécula prácticamente desconocida. A su vez, a partir de este trabajo, se sabe que funciona como una promotora de la neurotransmisión sináptica. Es decir, la base de la comunicación entre las neuronas. Un avance realmente imponente sobre esta cuestión.
Como consecuencia de un estudio aplicado en ratones, se observó que la ausencia de circTulp4 aumentó la sensibilidad a los estímulos aversivos o estresantes, lo que sugiere que esta molécula juega un papel inhibitorio sobre los circuitos que controlan la respuesta al estrés.