
El 2 de septiembre de 1587 marcó un hecho clave en la historia económica argentina: zarpó desde el Riachuelo la carabela San Antonio con productos manufacturados rumbo a Brasil. Fue la primera exportación de manufacturas locales, un gesto que simbolizó el inicio de la industrialización en el territorio que siglos después se consolidaría como Argentina. Desde entonces, el 2 de septiembre se reconoce como el Día de la Industria Argentina, establecido oficialmente en 1941, con el propósito de celebrar el rol de la industria en el desarrollo económico, la generación de empleo y la construcción de la soberanía productiva nacional.
Más de cuatro siglos después, la industria argentina sigue siendo un motor de desarrollo, y en Tierra del Fuego este rol ha adquirido un peso particular. La provincia, aislada geográficamente y con condiciones climáticas extremas, logró consolidar un modelo industrial único basado principalmente en la producción de electrónica, electrodomésticos y textiles, que no solo abastece al mercado interno sino que también tiene una histórica vocación exportadora. El modelo fueguino ha sido históricamente protegido por un régimen de promoción industrial, clave para garantizar empleo y competitividad en la región.
Sin embargo, 2025 presenta un panorama complejo. La política nacional de reducción de aranceles e impuestos internos sobre productos electrónicos —medida que busca estimular la competencia y reducir precios en el mercado interno— ha generado un fuerte impacto sobre las fábricas locales. La apertura comercial ha tensionado la competitividad de las empresas radicadas en la provincia, que dependen en gran medida del ensamblaje de productos electrónicos y de insumos importados. Este escenario ha llevado a varias compañías a ajustar su producción y aplicar medidas como suspensiones temporales de personal.
El grupo Mirgor, uno de los principales actores de la isla, implementó un esquema de suspensiones rotativas que alcanza a más de 300 trabajadores en sus distintas plantas. La medida responde a la caída de las ventas y a la competencia creciente con productos importados más baratos. Otras empresas del sector han adoptado ajustes similares, reflejando la vulnerabilidad de un modelo productivo altamente concentrado en pocos rubros y dependiente de insumos externos.
Para paliar los efectos de la apertura, el Gobierno nacional promulgó el Decreto 535/2025, que amplía beneficios fiscales sobre IVA y Ganancias para las compañías radicadas en el Área Aduanera Especial de Tierra del Fuego. La medida busca preservar la competitividad y sostener el empleo, aunque desde la industria se advierte que no alcanza a contrarrestar los efectos de la desprotección parcial frente a productos importados.
El desafío estructural de la industria fueguina es claro: su concentración en productos electrónicos y su dependencia de insumos externos la hacen sensible a cambios políticos, fiscales y económicos. La falta de diversificación y de inversión sostenida en innovación tecnológica limita la capacidad de la provincia para competir en un contexto globalizado. Al mismo tiempo, la provincia cuenta con activos estratégicos que pueden ser potenciados: capital humano capacitado, infraestructura industrial desarrollada, y una tradición de adaptación y resiliencia frente a cambios históricos y económicos.
La discusión sobre el futuro industrial fueguino no se limita a lo económico: también tiene una dimensión de soberanía productiva. Mantener la capacidad de ensamblaje y producción en la isla no solo protege empleos, sino que también garantiza que un territorio clave del sur argentino mantenga actividad económica estratégica, conectada con cadenas globales pero con identidad propia.
Hoy, en este Día de la Industria, Tierra del Fuego refleja la dualidad de su historia: celebra los logros de un modelo que generó desarrollo y empleo durante décadas, y al mismo tiempo enfrenta la necesidad urgente de repensar su futuro. La provincia se encuentra ante el desafío de diversificar su producción, invertir en innovación, fortalecer la formación tecnológica y garantizar que la industria local no solo resista, sino que evolucione hacia un modelo más sostenible y competitivo.
En 2025, la industria fueguina se encuentra, más que nunca, en un cruce de caminos: por un lado, el peso histórico de la manufactura y la exportación; por otro, la presión de un mercado abierto y globalizado que exige adaptación rápida. La historia de resiliencia de Tierra del Fuego, que comenzó con la primera exportación en el siglo XVI, se mantiene viva hoy en los debates, ajustes y estrategias que buscan asegurar un futuro productivo sólido para la provincia.